sábado, 21 de abril de 2018

El Pastor Bello – Evangelio del 22/04/2018 – IV Domingo de Pascua - Jn 10, 11-18


Una de las imágenes de Jesús más conocidas y amadas por los cristianos es la del Buen Pastor con la oveja sobre los hombros. El Evangelio usa un adjetivo distinto a “bueno” para referirse a Jesús: en realidad usa “bello”, el pastor bello. Más que de la bondad de Jesús, el evangelista Juan quiere hablarnos de la belleza de este Pastor; belleza que nosotros estamos llamados a reproducir en nuestras vidas.
 El ser humano es por naturaleza amante de la belleza, de los bellos paisajes, del verdor de los campos, de las obras de arte, etc. ¿Por qué nos atrae todo lo bello? Porque son un reflejo de la infinita belleza de Dios. Hemos sido creados para la belleza, porque fuimos creados por la belleza, que es Dios. De hecho, es un gran elogio cuando alguien nos dice: tú eres una bella persona, expresión que encierra más que sólo bondad. Ya en el Antiguo Testamento, el profeta Ezequiel hablaba de los pastores grotescos, deformes, refiriéndose a aquellos pastores que se aprovechaban de las ovejas, que no las cuidaban, no curaban sus heridas, no buscaban las extraviadas.
Así se encontraba el pueblo de Israel cuando llegó Jesús en medio de ellos, el Pastor Bello, produciendo un contraste entre los falsos pastores y el bello pastor, el verdadero, Jesús. La belleza y bondad de este Pastor hacen resaltar la deformidad de todos los otros.
Jesús dice: YO SOY el pastor bello, como diciéndoles que les está presentando el rostro de Dios, y este es el de un Pastor Bello. ¿Por qué entonces muchas personas tienen la imagen de un Dios horrible, que castiga, que se impone, que se queda lejos de los hombres y sus problemas? Jesús ha dicho todo lo contrario, que el Hijo de Dios es el Pastor bello que da la vida por sus ovejas, que las conoce y las ama incondicionalmente.
¿Qué es lo que hace bello el rostro de Jesús? En primer lugar, que pone su vida en favor de sus ovejas. El texto original no dice “dona su vida por sus ovejas”, sino “pone su vida” en favor de sus ovejas. Jesús te pone delante de tus ojos su vida para que puedas confrontarte con su belleza y la puedas reproducir en ti. Él viene a donarse, eres libre de aceptarlo o no.
En cambio, Jesús presenta los falsos pastores como asalariados, como mercenarios, a quienes no les importa nada de las ovejas ni su bienestar. La imagen del asalariado es la de uno que no se involucra con pasión en la vida de las ovejas, su interés no está puesto en ellas sino en el salario, en la paga. Lo que les suceda a las ovejas no le importa, no actúa con desinteresado e incondicional amor. Entonces, una de las características de la belleza es la gratuidad. En el Pastor bello, el amor es gratuito, desinteresado. Jesús nos propone esta clase de belleza, la gratuidad, para reproducirla en nuestras vidas. Humanamente, nosotros en lo primero que pensamos es en nuestra ganancia, en nuestro reconocimiento. En este sentido, han adquirido la belleza del Pastor todas aquellas personas que gastan su vida sirviendo en los grupos parroquiales a las personas de las que nadie se ocupa, tales como los enfermos, los niños, los que sufren, los pobres, etc.; aquellos pastores que pasan horas escondidos en el confesionario ofreciendo y donando en nombre de Dios la misericordia del perdón; aquellos laicos que se levantan temprano para acomodar las simples sillas que se van a ocupar durante la celebración; todas aquellas personas que realizan obras de caridad y servicio (papás, mamás, servidores) desde lo secreto, sin esperar una recompensa humana, sólo la felicidad de los demás; los que sirven en los voluntariados; los que procuran un caramelo o un vaso de agua o una moneda para los encarcelados; y muchos otros. Todo esto sucede realmente también hoy, en medio de una sociedad que se esfuerza por darnos su peor cara. Todos ellos están reproduciendo en sí mismos la belleza de su Pastor.
En cambio, los asalariados dañan y esquilan las ovejas. No las pueden destruir, pues estas llevan dentro la vida del Dios eterno, pero sí pueden desviarlas, apartarlas del camino. Los falsos pastores, mercenarios y asalariados, disgregan el rebaño.

El Soneto a Cristo crucificado de un autor anónimo, expresa bellamente lo que hasta aquí hemos dicho:

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

 El que en verdad ama no piensa en sí mismo, sino en la situación que está pasando la persona amada. El que ama se preocupa también de los mercenarios que están en medio de las ovejas. Y en verdad hay muchos lobos rapaces que en la actualidad roban la alegría de las ovejas. Vale la pena tratar de identificar algunos de estos peligrosos lobos o mercenarios asalariados: por ejemplo: aquellos que introducen en la sociedad el degrado moral confundiendo las conciencias, produciendo que los hombres y mujeres busquen lo que les destruye, a lo mejor por moda o por aceptación, más que aquello que los hace bellos seres humanos; aquellos que introducen falsos modelos de humanidad, de juventud, de éxito, de progreso, de vida, en realidad son falsos ídolos; aquellos que destruyen la alegría de vivir. Los pastores que Dios ha puesto como cabeza de su pueblo deben ayudar a todos a descubrir estos mercenarios, a desenmascarar los lobos vestidos de oveja; si no cumplen esta función primordial, de nada sirve su investidura; y hablamos no sólo de sacerdotes u obispos, sino de hermanos, padres de familia, jefes de trabajo, maestros, tutores, guías, políticos, etc. Como dice el Evangelio: “un ciego no puede guiar a otro ciego”, o “si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán oscura no será la misma oscuridad!”.
Cuando un joven quiere enamorar a quien ama, busca embellecerse. Jesús nos quiere enamorar, y se ha embellecido total y profundamente para que nosotros nos fijemos en Él y entremos en una relación conyugal, de amor con Él. La Biblia usa el verbo “conocer” para expresar esta relación de amor: “Yo Soy el Pastor bello porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre.” Conocer significa aquí la relación íntima de amor. Conocerse es amarse, amarse es conocer cómo está el otro, qué le gusta, cuáles son sus esperanzas, alegrías y tristezas, qué piensa, qué le daña, que le sucede, etc. Alguien que me es indiferente es alguien a quien no amo. ¿Qué personas en mi vida me son hoy indiferentes?
En los versículos anteriores del Evangelio de este domingo, Jesús dice que Él entra por la puerta del redil y saca de ahí a sus ovejas. El redil del cual saca a sus ovejas se refiere a la prisión en la cual sus ovejas vivían antes de conocerlo a Él, por causa de los mercenarios asalariados. Recordemos que Jesús denuncia la falsa religión de su tiempo y la descubre como una vil explotación: si deseas un favor de Dios, debes ofrecerle algo a cambio, ya sea una ofrenda, unos méritos, un buen comportamiento, etc. Jesús libera a sus ovejas para que aprendan a vivir en el amor gratuito de Dios y a reproducir este mismo rostro de Dios en sí mismos para con los demás. Las ovejas que no son de este redil, a las cuales Jesús también viene a liberar, parece que son aquellas que viven encerradas en otras prisiones distintas a las de la falsa religiosidad, tales como las falsas ideas de libertad, de éxito, de amor, de amistad, de progreso, de familia, de política, de sexualidad, etc. Todos necesitamos ser liberados por Cristo de una u otra manera.
Jesús nunca buscará imponerse a nadie. Él se presenta, se ofrece, pues la belleza de este Pastor atrae con sus obras y sus palabras a todos los que entran en contacto con Él. Este Pastor es el verdadero rostro del Padre, el cual es amor puro y gratuito, amor que se dona, amor que conoce. Él no es el Pastor que viene a liberar sus ovejas de un redil para meterlas en otro. Él viene para ser cabeza del rebaño, para embellecer a sus ovejas, para estar siempre con ellas y guiarlas en el camino de la vida. En este sentido, la Iglesia no es otro redil, sino el más grande, bello y verdadero espacio de libertad.

También puedes escucharlo desde mi canal en YouTube: 


¡Sígueme!




¡CoMPaRTe!

viernes, 13 de abril de 2018

¡Tengan paz! - Evangelio del 15/04/2018 - III Domingo de Pascua - Lc 24, 35-48


El Evangelio de este domingo nos cuenta un episodio conclusivo de las apariciones de Jesús a sus discípulos.
Comienza diciéndonos que los dos discípulos de Emaús, los que han reconocido a Jesús al partir el pan, llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles y les contaron lo sucedido.
Jesús insiste en mostrarse a sus discípulos; deben aprender a reconocerlo y saber bien que Él no es ni un fantasma ni alguien distinto al que conocieron en esta tierra.
Cuando Jesús se hizo presente en medio de ellos, lo primero que les dijo fue: “Tengan paz”. Los discípulos estaban desconcertados y atemorizados, pues creían ver un fantasma. Así como hoy muchos creen en espíritus y en fantasmas, también en el tiempo de Jesús muchos creían en la separación del cuerpo y el alma al morir, pensando que “el espíritu” de un ser humano seguía viviendo, pero no pertenecía ya al mundo “de los vivos”, sino al de los muertos. Jesús recalca: “No teman, soy yo, ¿por qué se espantan? ¿por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies; soy Yo en persona; tóquenme y convénzanse”. Jesús busca asegurarles que es Él mismo, no es un espíritu que pertenezca al reino de los muertos, sino uno que ha vencido la muerte. El hecho de que se ponga a comer con ellos y les diga que tiene carne y huesos, subraya que su presencia no es la de un muerto, sino la de uno que vive.
Hay mucho que profundizar en este acontecimiento de la resurrección: Jesús murió, pero venció la muerte, y esta no tiene ya ningún poder sobre Él. Él tiene una nueva vida, con un cuerpo glorioso y sin perder su identidad. El que conocieron en la tierra es el mismo que hoy está sentado a la diestra de Dios. La verdadera fe en la Resurrección, en Jesús resucitado, debe echar fuera de nosotros toda superstición, todo miedo y creencias populares sobre fantasmas y espíritus: al vencer Jesús la muerte nos dice que los que murieron creyendo en su resurrección, hoy viven con Él, y no pertenecen al reino de los muertos, no son fantasmas. Cuántas historias hemos escuchado sobre espantos, fantasmas, etc., y cuántas de ellas aún hoy seguimos repitiendo y contando a otros, contribuyendo a su propagación. Como cristianos no debemos creer en esas cosas. Jesús nos dice que ciertamente el mal existe, pero los que creen en Él vencerán la muerte, y no morirán jamás.
En la resurrección de Jesús se cimenta nuestra devoción en los santos de la Iglesia: éstos, como Jesús, no pertenecen al reino de los muertos, y como Él tienen un cuerpo glorioso, y por ello podemos hablarles, pedirles, rezarles, pues realmente escuchan e interceden por nosotros. Somos el cuerpo de Cristo, su Iglesia, y los Santos, como nos enseña el catecismo de la Iglesia, forman parte de la Iglesia del cielo. Ojalá y el Señor suscite en nosotros la devoción a algún santo con el que nos identifiquemos, para aprender de su vida en la tierra y tenerlos como amigos del cielo. No son amigos imaginarios, son verdaderos seres vivos que escuchan y están ahí para interceder por nosotros. Son modelo también a los cuales podemos y debemos imitar.
Después, el Evangelio nos dice que Jesús les mostró las manos y los pies, como hizo con Tomás, el que aún no creía. Nuevamente Jesús nos dice que para poder reconocerlo debemos centrar nuestra fe en que el mismo que murió es el mismo que Resucitó, el mismo que sufrió la cruz es el mismo que obra nuestra salvación y nos ofrece la nueva vida en el perdón de Dios. Podemos reconocer su presencia, su vida en nosotros, cuando nos convencemos que sus llagas son el punto crucial de nuestra fe: el que fue herido es el Resucitado, el que cargó con nuestros pecados es el que Dios resucitó de entre los muertos. Por ello no podemos anunciar a Jesús sin anunciar su muerte por nosotros, su muerte salvadora y redentora.
Dice Jesús que lo que le sucedió, Él mismo ya lo había dicho; tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de Él en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos. Uno de los Padres de la Iglesia decía que desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo. Nos es muy útil en nuestra fe de cristianos conocer el Antiguo Testamento, ya que ahí se nos habla de Cristo, ahí ya estaba escrito y prefigurado el plan de Dios que hemos visto cumplirse plenamente en Jesús. ¿Cuánto conocemos las Escrituras? ¿Hemos aprendido a interpretar el Antiguo Testamento como nos enseña hoy la Iglesia, refiriendo a Jesús todo lo que ahí encontramos? ¿Cuánto conocemos la ley de Moisés, los Profetas y los Salmos? Como Iglesia de Cristo, en nuestra vida de fe es central la divina Liturgia, los sacramentos, las Escrituras, así como también la oración, la caridad de cada día, la esperanza del cielo, la enseñanza y el anuncio de la fe a los demás. ¿Cuánto yo me ocupo de todo esto en mi vida de fe? ¿sigo creyendo que la religión se trata sólo entre Dios y yo?

“Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”, continúa el Evangelio. ¡Cuánto debemos pedir a Dios que nos conceda esto en nuestras súplicas de cada día! La comprensión de la Escritura no es solamente conocimiento teórico, docto, teológico, sino vivo, como ya decía Jesús a los suyos: “El que me conoce cumple mis mandamientos”. Conforme nos adentramos en el estudio de la Escritura unido a una vida de conversión efectiva, más crece nuestra fe, más se afianza nuestra esperanza, más se enciende nuestra caridad. Un cristiano que solamente “sabe” los pasajes de la Biblia, a lo mejor de memoria, pero no vive la lucha contra el propio pecado, no se esfuerza por hacer su parte que le toca en la transformación del mundo, no se preocupa de los pequeños y desamparados, en realidad no conoce a Cristo. Un matrimonio cristiano que lleva su fe por un lado y su vida conyugal por otro distinto, no tiene un conocimiento completo de Cristo. Conocer a Jesús aquí en la tierra es saber que tendremos muchas luchas, pero que Dios nos cuida y sostiene siempre; que vale la pena ser honestos y aprender a perdonar; que es necesario (como en Jesús) que nos sucederán muchas pruebas de fidelidad, pero que al final se cumplirán en nosotros las Escrituras y seremos salvados; que es necesario pedir insistentemente el Espíritu de Dios y su gracia para poder levantarnos de nuestras caídas y levantar a otros, para poder perdonar y pedir perdón. Vale la pena preguntarnos en este punto ¿a quién necesito perdonar actualmente? ¿a quién necesito pedir perdón por lo malo que yo he cometido? ¿Cuáles son mis pecados de omisión, todo ese bien que he dejado de hacer? ¿Quiero descubrir y conocer a Jesús realmente ahí donde me ha dicho que lo encontraría, es decir, en las Escrituras, en los sacramentos, en la caridad, en la oración, en la comunidad eclesial, en los pobres? Démonos cuenta que está muy cerca de nosotros la tentación de vivir nuestro cristianismo sólo como conocimiento intelectual de unos dogmas, sin que esta fe me cambie y dirija mi vida.

Jesús concluye el Evangelio de este Domingo diciéndonos a nosotros mismos que somos testigos de todo esto, que debemos predicar y anunciar a todos la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados.
Hoy, el mundo no quiere saber nada de “pecados”, simplemente pretende ocultar esta realidad creyendo que todo me está permitido, que soy libre para elegir el camino que más me plazca, que tengo el derecho de construir la verdad que más me convenga. Y podemos ver hoy cómo domina a muchos, y a veces a nosotros mismos, esa idea de que “si quiero y si puedo hacer algo, entonces me está permitido”. Sigue habiendo una venda que cubre los ojos de los hombres y mujeres de hoy, que les impide conocer y experimentar que el camino de paz y felicidad que Dios nos indica es el que nos hará verdaderamente felices y verdaderos seres humanos, que el pecado es una realidad que nos destruye y nos desvía de nuestra meta. Nosotros hemos creído que Jesús es el Hijo de Dios que ha venido al mundo para salvarnos y ha muerto y resucitado para donarnos el perdón de los pecados y su misma vida. Somos testigos de todo esto, hemos sido iluminados por su Luz, y el cirio que consagramos en la Vigilia Pascual nos lo recuerda vivamente. Somos testigos de la vida y las Palabras de una persona que hoy está presente en medio de nosotros, no de una ideología o de una doctrina.       Paz y Bien.

También puedes escucharlo desde mi canal en YouTube: 


¡Sígueme!




¡CoMPaRTe!

sábado, 7 de abril de 2018

canto "Siempre ahí para ti"

Con este canto quiero agradecer a Dios y ustedes
que siempre están ahí.
¡Gracias!

Como siempre, lo pueden descargar de la sección MP'3s de este blog
O mirarlo en YouTube aquí:
Abajo te comparto la letra con los acordes.


"Siempre ahí para ti"
autor: fray alex
----------------------------------

Intro:   Sol   Do   Re   (2)

Sol               Do        Re                   Sol
Cuando la huida parezca la única salida,
                  Do                  Re              Sol
cuando tú creas que el sol ya no brillará,
                             -mi                  -si
que de nada ha servido entregarte,    luchar,
                    Do      (-mi7)    -la          (-la7)   Re
tanta desilusión ha podido toda tu esperanza     robar.


                 Sol                                               -si
Déjame decirte que una caída no es una derrota,
                      Do     (-mi7)                -la               (-la7)        Re
que de los fracasos tienes que aprender pues muchos más vendrán,
                     Do                     Re
que de los amigos te puedes fiar,
                     -si                    -mi
que la misericordia de Dios estará
   Do            Re         Sol
siempre ahí       para ti.


Intermedio: Sol Do Re (2)


 Sol                              Do               Re                   Sol
       Pero te has dado cuenta que algo que debe cambiar,
                         Do                          Re                     Sol
que depende de ti y que nadie más en tu lugar lo hará;
                             -mi                            -si
que tienes un corazón que busca la alegría alcanzar,
                     Do    (-mi7)         -la         (-la7)  Re
y si sigue vacío de perdón y amor, lejos no llegarás.


                  Sol                                              -si
Déjame decirte que una caída no es una derrota,
                       Do      (-mi7)              -la               (-la7)       Re
que de los fracasos tienes que aprender pues muchos más vendrán,
                     Do                       Re
que de los amigos te puedes fiar,
                      -si                     -mi
que la misericordia de Dios estará
    Do            Re         Sol
siempre ahí        para ti.


                              -si                       Do            
Que la vida es hermosa con sus luces y sombras,
(-mi7)                 -la           Do            Re
          y que el amor da sentido al dolor.


                  Sol                                              -si
Déjame decirte que una caída no es una derrota,
                      Do      (-mi7)              -la               (-la7)         Re
que de los fracasos tienes que aprender pues muchos más vendrán,
                     Do                      Re
que de los amigos te puedes fiar,
                      -si                      -mi
que la misericordia de Dios estará
  Do             Re           Do     Sol
siempre ahí        para ti.

Señor mío y Dios mío - Evangelio del 08/04/2018 - Domingo II de Pascua - Jn 20, 19-31


El Evangelio de este Domingo II de Pascua nos muestra la primera comunidad cristiana llena de temor, y Jesús que se hace presente en medio de ellos para disipar sus miedos con el don de su paz, el don de su Espíritu. Además de Jesús, el apóstol Tomás es personaje principal en esta narración del Evangelio de San Juan.
Esta narración nos dice que los discípulos estaban reunidos, menos uno. No nos dice que fueran los 10 apóstoles, sino en modo general nos habla de los discípulos, como para hacernos entender que en esa comunidad está representada la comunidad de los discípulos de todos los tiempos y en ese uno que falta, todos los que por una u otra razón se apartan de la comunidad. Todos los discípulos han tenido un momento de fe en Jesús, en su proyecto de amor, en la vida nueva que Él da, pero 8 días después se experimentan llenos de temor.
La Iglesia de todos los tiempos ha experimentado este miedo, que es miedo al mundo, miedo a vivir según la propuesta de Jesús temiendo que los demás los rechacen, miedo a no saber dar razones de la esperanza que han recibido, miedo a la ciencia, miedo a renunciar a las riquezas y a toda otra seguridad que el mundo ofrece, miedo a la novedad y diversidad de la que somos portadores, miedo a vivir hasta el fondo la lógica del amor y la humildad, miedo a quedarse atrás según el progreso de los tiempos, etc. Cuando estos miedos han llegado a dominar el corazón de los discípulos de todos los tiempos, se ha optado (implícitamente quizá) por encerrarse en sí mismos, por fortalecerse imponiéndose por la fuerza a los demás, por defenderse más que realizar el mandato misionero, por ser la mano que castiga y señala, más que las manos que consuelan, acarician y bendicen. Una comunidad de discípulos llena de miedo pierde su luz y su sabor, dejando de ser sal y luz de la tierra, perdiendo su identidad.
¿Cuál es la actitud de Jesús para con los que le han fallado, para con los que dudan? Para con todos ellos, la respuesta de Jesús no es de castigo, sino de buscar fortalecerlos en la fe. Esta narración de san Juan nos cuenta el camino que los discípulos han debido recorrer para afianzarse en la fe en el Resucitado. Jesús se hace presente en medio de ellos y sin regañarlos les dice: ¡Tengan Paz! Lo que Jesús hace es “mostrarse” para que los discípulos puedan reconocerlo. Pero a una persona se le reconoce mirándole el rostro, no las manos y el costado. Jesús, en cambio, para ser reconocido les muestra y nos muestra a nosotros sus manos y su costado heridos por haber amado. A Jesús se le reconoce no mirando sus rasgos físicos del rostro como a cualquier persona, no necesitamos su rostro humano para mirarlo y reconocerlo. Jesús nos dice que necesitamos mirar sus manos y su costado abiertos. En el Antiguo Testamento, la mano de Dios era terrible, castigadora, caer en sus manos era no tener escapatoria. Aún un velo cubría la identidad plena de Dios. Jesús, verdadero Hijo de Dios e imagen perfecta del Padre, nos ha mostrado que sus manos, las manos de Dios, han servido para levantar al pecador, para perdonar, para abrazar a los pequeños, para bendecirlos, para construir, para anteponerse a las nuestras que son culpables de muchas obras malas y ofrecerse por nuestra salvación. Lo mismo vale para el costado. La Paz de Jesús brota en los seres humanos cuando llegamos a reconocer a Cristo a través de sus manos (símbolo de su obrar en favor nuestro) y su costado (símbolo de donación y vida).
Además, sus manos y costado heridos nos dicen con claridad que no han sido nunca signo de abandono de Dios, sino de amor por nosotros, signo de que debía sufrir, pues, en un mundo donde reina la maldad, el egoísmo, la soberbia y la avaricia ¿acaso no debía sufrir quien estaba del lado de la verdad, quien denunciaba la injusticia? Jesús, con sus llagas, nos lo vuelve a repetir una otra vez: “insensatos, ¿acaso no debía sufrir el Mesías enviado por Dios?” Esto, extrañamente nos consuela en nuestros fracasos, heridas y rechazos cuando tratamos de seguirlo fielmente: ¿acaso te esperabas aceptación, éxito, en medio de una generación que rechaza a Dios? ¿acaso no encontrarás rechazo y sufrimiento? En nosotros está, con la ayuda de Dios y la fe que nos da, abrir los ojos y darnos cuenta que si sufrimos a causa de la fe no es porque Dios nos abandone, sino porque, como Jesús, seremos como corderos en medio de lobos, como luz que las tinieblas buscan apagar, como denuncia que nadie quiere escuchar; pero también seremos portadores de esperanza para los que tienen el corazón lleno de temor, seremos luz y sal de la tierra perseverando en la fidelidad.
Dice el Evangelio que los discípulos se gozaron, se llenaron de alegría al ver al Señor. En sus manos y en su costado lograron ver que ni siquiera la muerte puede cancelar todo aquello que nuestras manos hayan realizado en nombre del amor. Las llagas del Crucificado no desaparecerán jamás.
Jesús continúa diciéndoles: ¡Paz! Como el Padre me ha mandado, también los mando yo. Y sopló sobre ellos diciéndoles: Reciban el Espíritu Santo, a quienes les perdonen los pecados les serán perdonados y a quienes no se los perdonen, no.  ¿Qué significa todo esto? Primero, Jesús confirma en la paz y luego los manda con su misma misión, la que Él había recibido del Padre: ser las manos y el costado de Dios, constructores de paz, ciudadanos del Reino. La misión de los discípulos es, como Jesús en el Getsemaní, no ocultar nuestro miedo, sudar gotas de sangre, pero abandonarnos en las manos y en la voluntad de Dios, asumir y vencer ese miedo, sabiendo que el Padre está con nosotros del mismo modo que lo estuvo con Jesús en el momento de la prueba.

El soplo del Espíritu Santo nos trae a la memoria sin duda, el aliento de vida que Dios infundió en los primeros padres. Al recibir la paz de Jesús y creerle, recibimos su Espíritu nuevo, y somos recreados, creados nuevamente, nuevas creaturas, llenos de una nueva vida infinitamente mejor que la que ya teníamos: tenemos la vida del Eterno en nosotros (no simplemente vida eterna).
Lo que dice en referencia al perdón de los pecados es algo muy importante. En el texto original, no dice simplemente perdonar los pecados, sino hacer desaparecer el pecado, borrar el mal de este mundo. Quien haga esto mediante su ejemplo de vida, su fidelidad, su obediencia, su confianza, su mansedumbre y humildad, logrará sacar del pecado a los demás. Es una gran responsabilidad la que Jesús da a sus discípulos. Si ustedes no lo hacen, por miedo, cobardía o cualquier otro motivo, el mal seguirá presente en este mundo y los hombres se quedarán en las tinieblas, en sus pecados sin perdonar. La misión de los discípulos es portar la paz y el perdón para que otros puedan conocerlas. Si no lo hacemos, quedarán sin paz y sin experiencia de perdón y misericordia.
Miremos el personaje de Tomás, persona realísima pero que también san Juan utiliza como modelo de todo aquel que duda. Dice que lo apodaban “el gemelo”. No es una indicación biográfica de Tomás. Tomás es gemelo de todos aquellos que como él experimentan dificultad para abandonarse confiadamente en Aquel que han visto o intuido su propuesta. Debemos aclarar que Tomás no es uno que no ha creído, pues él es también un discípulo; ha creído en el mundo nuevo que Jesús ha venido a instaurar; no es gemelo de los que abandonan la Iglesia por el mal testimonio de otros, sino que es gemelo de aquellos que se mantienen cerca de la comunidad cristiana a pesar de no comprender ciertas decisiones de los cristianos, ciertos modos de vivir de algunos hombres o mujeres de Iglesia; no es gemelo de los que se apartan de la comunidad llenos de soberbia creyéndose mejor que todos los demás discípulos, sino de aquellos que, mirando la contradicción de algunos de los discípulos, sigue buscando a Jesús en esa misma comunidad porque creen a sus Palabras (Tomás regresó a los 8 días); no es gemelo de los que dicen “hasta no ver no creer” (si se tiene enfrente el objeto de fe ya no hay necesidad de ella), sino de los que quieren también llegar a creer en Jesús participando de una comunidad que usa sus manos para instaurar el nuevo reino de Dios haciendo el bien a todos. La falta de fe de Tomás puede ser que se debiera en parte a los miedos de su comunidad, pero él mismo se hace responsable de su propia fe y de sus propias dudas. Tomás pide tener una experiencia personal del amor de Jesús por él, pide poder mirar sus manos, su costado y meterse en ellos para creer. ¿Es posible esto para Tomás y para nosotros hoy? Sí, siempre es posible que Dios nos conceda una fuerte experiencia de su presencia.
Jesús no lo regaña por su incredulidad. A quien le pide sus manos y su costado, Jesús se los muestra para que tengan paz y crean. Ya dijimos que, aunque Tomás se aleja de la comunidad en su incredulidad, también permanece unida a ella cada 8 días, en la celebración del Domingo. Tomás sigue buscando a Jesús y lo encuentra estando con la comunidad de la que se había apartado. Ciertamente Tomás quisiera obtener pruebas racionales, científicas, de la presencia resucitada indudable de Jesús. Pero esto no es posible. No de esta manera. Las pruebas de este tipo son para las cosas materiales, físicas, terrenales. Aquí se trata de las cosas que se refieren al mundo de Dios, a la fe, y para ellas no sirven las pruebas racionales o científicas. La prueba que recibirá es la misma que habían recibido los otros discípulos: sus manos, su costado, su paz y su voz.
Este episodio de la vida y camino de la comunidad de los discípulos nos dice que Jesús está en medio de los que cada domingo se reúnen en su nombre, presente con todo su poder, y nos sigue ofreciendo la paz, su Espíritu, sus Palabras, su cuerpo y sangre en la Eucaristía; de esta manera, Tomás y los discípulos de todos los tiempos llegarán a la fe: teniendo siempre fijos los ojos en sus manos y su costado, recibiendo constantemente la paz de Jesús y su Espíritu que son la experiencia continuada de su perdón y misericordia por nuestros pecados, escuchando asiduamente su Palabra que poco a poco nos va transformando en discípulos fieles y descubriéndonos los misterios de Dios.
A todos los que están faltos de fe, Jesús no los aparta, les ofrece a chorros los medios para llegar a la fe.
Al final, Jesús pronuncia una nueva bienaventuranza: “Dichosos los que no han visto y han creído”.  Son Palabras misteriosas; nos dejan entrever que hay algunos que, aún sin haber tenido una experiencia concreta de amor, creen en el amor; son aquellos que tienen confianza en que Dios cumplirá lo que ha prometido porque se fían de sus Palabras, como Abraham en el Antiguo Testamento, a quien su fe le fue acreditada como justicia. Hoy, existen muchas personas que creen en la honestidad, en la verdad, en el amor, a pesar de tantas experiencias de sufrimiento y abandono en sus vidas. Estas personas son dichosas ya, y lo serán aún más cuando lleguen a reconocer en las manos y el costado de Jesús, la razón de su esperanza. Paz y Bien.

También puedes escucharlo desde mi canal en YouTube: 



¡Sígueme!




¡CoMPaRTe!

domingo, 1 de abril de 2018

Velo rasgado...



Después de terminada la más bella experiencia estética
propiciada por el genio humano en las diversas artes,
la música, escultura, cine y danza,
arquitectura, pintura, canto y literatura;
¿qué más puede sorprender y esperar el humano espíritu?


¿qué hay después de las más hermosas notas y silencios,
de las naturales harmonías y de las disminuidas?
¿qué, después del más bello paisaje, del mejor modelo,
del mejor encuadre, la mejor distribución de geometría, analogía y asimetría?

¿qué, después de los más vivos colores ausentes y existentes
en el mundo y en mi fantasía?
¿qué, después de la más perfecta rima,
de la innovación científica y revelación de los misterios?
 
Después de todo esto, después de llegar a creer
que una estrella más no ha ya lugar en el inmenso firmamento,
queda la más bella de todas las artes,
la más profunda de las experiencias:
la experiencia de ti.


Más sublime que todo lo sublime de este mundo
es tu carne hecha girones por amor al muerto,
es tu voz que no por fuera cubre lo que hay dentro,
es tu gesto que realiza con poder lo que promete,
es tu luz que no destella, sino que ilumina dentro,
es tu obra que en pobreza es más rica que todo bien preciado,
es tu paciencia que mientras más persiste, más certera,
es tu esperanza que un día realizada todos veremos,
es tu dolor que a chorros manifiesta el amor por tu creatura,
es tu Madre que de ti todo misterio inexplicablemente encierra,
es tu humildad y pequeñez que aun siendo de todo dueño,
te hace alcanzable y tan amable y siempre Bello.
Al haber estado en la más alta cima de este mundo
movido por el humano deseo de la subida,
creo que bajar es el camino por Ti escogido,
donde el más bello tesoro has enterrado.
Yo quiero tras de Ti correr mis pasos,
hacia abajo que es la nueva escalada hacia la cima,
no importando que a veces me desvíe,
pues tu mano hacia el camino una vez más siempre me guía.

Después de la más sublime belleza,
está siempre tu Voz que me bendice.


También puedes escucharlo desde mi canal de YouTube: 



¡Sígueme!




¡CoMPaRTe!

Última publicación

Canto: "Agua de Vida" - de Andrés Degollado - Canta fray alex

Agua de Vida. Descarga este y otros de mis cantos aquí: https://frayalexblog.blogspot.com/p/mp3.html   Agua de Vida M. y L. Andrés Degollado...