Hoy escucharemos en el Evangelio un grande ejemplo de fe.
Un funcionario real se acerca a Jesús para pedirle que sane su hijo enfermo en Cafarnaúm. Notemos que este hombre, por fe, ha salido de su casa hacia Jesús, movido quizá por la desesperación de no poder hacer nada más por su pequeño. El dolor lo sacó de su comodidad. La primera respuesta que Jesús le da cuando le hace su petición es: “Si no ven ustedes signos y prodigios, no creen”. Una respuesta que no nos esperábamos ante la dificultad que este hombre está viviendo. Jesús exige a este hombre una fe mayor, una que sin ver crea, una que confíe en sus palabras y camine creyendo en su obra que se está realizando. En seguida Jesús le dice: “Vete, tu hijo ya está sano”. Imagina ese camino de regreso del funcionario: no ha visto, pero ha creído porque Jesús se lo ha dicho. De hecho, el Evangelio nos dice: “Aquel hombre creyó en la Palabra de Jesús y se puso en camino”. Caminó de regreso a su casa con una Palabra de Jesús en el corazón, con una esperanza cierta.
La grande enseñanza es, pues, la fe. Muchos creen en Jesús, pocos creen a Jesús, una gran diferencia. Cuántas veces el Señor ha pronunciado sus promesas en nuestros oídos: verás cosas aún mayores, dichoso si eres pobre, perseguido, sufriente, si crees en mí tienes vida eterna, esfuérzate por entrar por la puerta angosta, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, de los que son como niños es el reino de los cielos, los últimos serán los primeros, y muchas más; y no le hemos creído con firmeza. Jesús realizó su obra a su manera, no como el funcionario esperaba. El modo de obrar de Dios nos enseña a confiar y a darle su lugar a como Uno que sabe cómo obrar en favor nuestro, que sabe lo que en verdad necesitamos y lo que realmente nos va a hacer crecer.
Muchos hoy se alejan de Jesús porque no hizo lo que le pidieron: no sanó a su hijo, no impidió la muerte de un ser querido, no me dio trabajo, no hace nada contra las injusticias según nosotros, etc. Y creen que estos son argumentos irrefutables que les dan la razón para no esperar nada de Él y negarlo. Personalmente yo he descubierto que querer que Dios haga lo que yo quiero, aunque sea algo bueno, eso es magia; pero querer yo hacer su voluntad, eso es fe. Él nos pide hoy ser como este funcionario, caminar en la vida con una esperanza, con una Palabra en el corazón, insistiendo en la propia oración de poder ver su obra, como también hizo este hombre, pero caminando: escucho, creo y camino. Paz y Bien.
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