La primera lectura de este día, del libro del
Deuteronomio, nos plantea una decisión fundamental: pongo delante de ti la vida
y la muerte, la bendición y la maldición, el bien y el mal… ¡Pareciera que Dios
nos pone entre la espada y la pared! Tienes dos opciones: o eliges amarme y
obedecerme, ¡o mueres! No pues así por las buenas….
Es claro que el sentido de estas palabras no es
este que acabo de decir. Aunque muchas veces nosotros lo lleguemos a creer, por
ejemplo, cuando decimos: “si no te portas bien Dios te va a castigar” o también
“Dios me mandó esta enfermedad, esta desgracia, porque lo desobedecí” y otros
semejantes. ¿No reflejan estas frases que creemos en un Dios que si no lo amo
me castigará, si no le doy lo que me exige me maldecirá? Y, si este fuese el
verdadero rostro de dios, sería lógico enojarnos por su prepotencia, sería
también lógico buscar cumplir sus mandamientos sólo en lo más mínimo e
indispensable, es más, buscando siempre la oportunidad de no cumplirlos, sería
lógico huir de él y darle lo mínimo indispensable para tener apagada su ira.
REFLEXIÓN EN AUDIO ABAJO
REFLEXIÓN EN AUDIO ABAJO
Antes que nada, me parece que esta frase es una
gran revelación: “si eliges el camino donde Dios está, encontrarás bendición,
alegría, misericordia, vida; en cambio, si eliges un camino donde no está Dios,
sólo vas a encontrar un camino sin amor, y donde no hay amor, no hay vida
humana, no hay alegría, no hay consuelo, todo se vuelve maldición.” No es Dios
a mandarnos la maldición, es que un camino que no nos lleve a Él,
necesariamente nos va a alejar de Él, y si Él es la luz, un camino sin Él será
un camino sin Luz.
Dios es paternal, mas no paternalista, y por ello
busca hacernos entender que, si hoy mi vida es triste y desesperada, no es
porque Él me haya maldecido, porque se esté vengando de mis pecados, o porque
se haya olvidado de mí, sino porque yo elegí un camino distinto al suyo,
preferí otras cosas que a Él. La cuaresma nos debe ayudar mucho en esto, en
descubrir con sinceridad mis elecciones, mi responsabilidad y mi pecado.
Cuando se enciende una luz, esta ilumina las
tinieblas y hace relucir lo que antes no se veía; es decir, si quieres que Dios
encienda su luz en tu vida, si quieres que comience a iluminar tus pasos,
prepárate porque va a iluminar tus pecados, tus rincones más oscuros, tus
secretos más tenebrosos… ¿y para qué? ¿para echárnoslos en cara? ¿para decirnos
“te lo dije”? ¡NO! Para poder sanarnos de todo ello. Todo lo que ponemos en sus
manos se baña con la Sangre de Cristo, y todo lo que la Sangre de Cristo toca
se renueva, vuelve a la vida. Si tu vida tiene grandes pecados, no temas
confesarlos a Dios, no busques esconderlos. Nada se oculta ante la mirada de
Dios. Pero esa mirada no es aplastante, Dios no busca la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva. ¿Quién te hizo creer que la mirada de Dios es
aplastante y es mejor esquivarla? ¿Quién te hizo creer que hay que cuidarse de
Dios? ¿Quién te convenció que Dios está envidioso de ti y busca venganza?
Ya no escuches ni te dejes convencer por eso de que
el camino del bien es aburrido y triste, y el del mal es muy divertido y
alegre, no hagas burla de lo bueno y lo malo. Más bien, escucha lo que te dice
Jesús hoy en el Evangelio y pídele que te ayude a comprender sus palabras y esa
pregunta que nos dirige hoy a ti y a mí: ¿de qué le sirve al hombre ganar todo
el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?