jueves, 15 de febrero de 2018

El verdadero ayuno - Evangelio del 16/02/2018 - Mt 9, 14-15


En el camino de fe, me parece que muchos sufrimos la tentación de usar la Palabra de Dios para justificar nuestra manera de pensar y actuar y, sobre todo, para denunciar a los demás sus pecados, salvándonos sólo a nosotros mismos. Un ejemplo de ello es la primera lectura de hoy, tomada de Isaías 58, donde Dios nos habla del ayuno que a Él le agrada. La primera parte de la lectura la entendemos con facilidad, es decir, lo que significa verdaderamente ayunar, pero a veces no ponemos atención a la segunda parte, donde Dios nos dice claramente lo que se espera de ti y de mí. Lo que quiero decir es que todo va bien mientras Dios nos explique en manera general las normas, pero todo se complica cuando su Palabra nos habla directamente a nosotros: “El ayuno que yo quiero de ti es este: Que rompas las cadenas injustas y levantes los yugos opresores; que liberes a los oprimidos y rompas todos los yugos; que compartas tu pan con el hambriento y abras tu casa al pobre sin techo; que vistas al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano.

MEDITACIÓN EN AUDIO ABAJO

¿Has ayunado así alguna vez? Porque Dios te lo dice claramente, “quiero que rompas todos los yugos”, que te intereses en el sufrimiento de tu hermano. No hay más. ¿Quieres agradar a Dios? Ama a tu hermano con hechos, no con palabras, comprometiéndote en su crecimiento, liberación y bienestar. Cuentas con su auxilio, no te eches para atrás pensando: ¿de qué servirá si todo seguirá igual? ¿a quién le importa mi desgaste, mi esfuerzo por ser humilde? ¿de qué sirve la honradez en un mundo lleno de corrupción? Mira que detrás de estas frases está el afán de protagonismo, de ser reconocido por los demás, de ser puesto en un pedestal, y ya Jesús nos decía que “mi Padre que ve lo secreto te recompensará”. A veces, por querer recompensas hoy, nos perdemos de la recompensa que realmente nos puede hacer felices y que está segura y nadie podrá arrebatarnos jamás, la de Dios.

La cuaresma es el tiempo para reconocer que a lo mejor no hemos ayunado correctamente, separando el ayuno de la caridad y la oración, consintiendo así sólo hacer obras buenas para ser vistos y reconocidos. Ser cristiano es ser como Jesús, llenos de esperanza y fidelidad porque lo eterno es invisible a los ojos.

El Evangelio de hoy de Mateo, nos dice que los amigos del esposo no llevan luto mientras él esté con ellos, pero que vendrán días en que les será quitado y entonces sí ayunarán. ¿Qué significa? ¿Significa acaso que como Jesús está siempre presente resucitado entre nosotros no tiene sentido ya el ayuno? Me parece que no. Más bien que el sentido profundo del ayuno ha cambiado, no ayunamos para obtener gracias a nuestro esfuerzo que Dios nos ame, sino que, ya que hemos conocido que Jesús nos ama y nos ha amado tanto de dar la vida por nosotros y resucitar para estar siempre a nuestro lado, hoy que no lo vemos con los ojos del cuerpo, ayunamos precisamente porque nos ha amado y, como decía san Francisco, nos dolemos porque “el Amor no es amado”, muchas veces tampoco por nosotros.

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