En el camino de fe, me parece que muchos sufrimos la tentación de usar
la Palabra de Dios para justificar nuestra manera de pensar y actuar y, sobre
todo, para denunciar a los demás sus pecados, salvándonos sólo a nosotros
mismos. Un ejemplo de ello es la primera lectura de hoy, tomada de Isaías 58,
donde Dios nos habla del ayuno que a Él le agrada. La primera parte de la lectura
la entendemos con facilidad, es decir, lo que significa verdaderamente ayunar,
pero a veces no ponemos atención a la segunda parte, donde Dios nos dice
claramente lo que se espera de ti y de mí. Lo que quiero decir es que todo va
bien mientras Dios nos explique en manera general las normas, pero todo se
complica cuando su Palabra nos habla directamente a nosotros: “El ayuno que yo
quiero de ti es este: Que rompas las cadenas injustas y levantes los yugos
opresores; que liberes a los oprimidos y rompas todos los yugos; que compartas
tu pan con el hambriento y abras tu casa al pobre sin techo; que vistas al
desnudo y no des la espalda a tu propio hermano.
MEDITACIÓN EN AUDIO ABAJO
¿Has ayunado así alguna vez? Porque Dios te lo dice claramente, “quiero
que rompas todos los yugos”, que te intereses en el sufrimiento de tu hermano.
No hay más. ¿Quieres agradar a Dios? Ama a tu hermano con hechos, no con
palabras, comprometiéndote en su crecimiento, liberación y bienestar. Cuentas
con su auxilio, no te eches para atrás pensando: ¿de qué servirá si todo
seguirá igual? ¿a quién le importa mi desgaste, mi esfuerzo por ser humilde? ¿de
qué sirve la honradez en un mundo lleno de corrupción? Mira que detrás de estas
frases está el afán de protagonismo, de ser reconocido por los demás, de ser
puesto en un pedestal, y ya Jesús nos decía que “mi Padre que ve lo secreto te
recompensará”. A veces, por querer recompensas hoy, nos perdemos de la
recompensa que realmente nos puede hacer felices y que está segura y nadie
podrá arrebatarnos jamás, la de Dios.
La cuaresma es el tiempo para reconocer que a lo mejor no hemos ayunado
correctamente, separando el ayuno de la caridad y la oración, consintiendo así
sólo hacer obras buenas para ser vistos y reconocidos. Ser cristiano es ser
como Jesús, llenos de esperanza y fidelidad porque lo eterno es invisible a los
ojos.
El Evangelio de hoy de Mateo, nos dice que los amigos del esposo no
llevan luto mientras él esté con ellos, pero que vendrán días en que les será
quitado y entonces sí ayunarán. ¿Qué significa? ¿Significa acaso que como Jesús
está siempre presente resucitado entre nosotros no tiene sentido ya el ayuno?
Me parece que no. Más bien que el sentido profundo del ayuno ha cambiado, no
ayunamos para obtener gracias a nuestro esfuerzo que Dios nos ame, sino que, ya
que hemos conocido que Jesús nos ama y nos ha amado tanto de dar la vida por
nosotros y resucitar para estar siempre a nuestro lado, hoy que no lo vemos con
los ojos del cuerpo, ayunamos precisamente porque nos ha amado y, como decía
san Francisco, nos dolemos porque “el Amor no es amado”, muchas veces tampoco
por nosotros.